El Poder Del Pensamiento

Sep 07, 2021
El poder del pensamiento

El pensamiento es la primera forma en la que te comunicas con tu mundo

Para bien o para mal el pensamiento te domina. Filtras la realidad, interpretas lo que te ocurre y lo conviertes en un diálogo interno que se manifiesta a través de autoafirmaciones positivas y negativas, frases, palabras que te dices o recuerdas, que te bloquean o te impulsan escribiendo la historia de tus decisiones, de tu vida. Es lo que Liderapia denomina “Héroes y Villanos”, el Lenguaje de la Mente.

Estás expuesto a millones de impactos de información que llegan de manera inconsciente a tu cerebro. La mayor parte de ellas entra sin darte cuenta en tu mente e influye en tus decisiones y en tu estado anímico.

Se va acumulando como un banco de información que cuando menos te lo esperas actúa sobre ti, y tú no tienes control alguno. Es como cuando te das cuenta de que estás tarareando esa canción de verano que odias pero que se repite en la radio una y otra vez, se metió en tu cabeza y ahí sigue dando vueltas. Puede que de repente te des cuenta de que estás diciéndole a tu hijo lo que tu madre te decía a ti y que tanto te molestaba.

Así, una mala palabra de alguien de tu oficina influye en tu estado anímico sin darte cuenta. Si empiezas a tomar conciencia te darás cuenta de que repetimos constantemente los patrones de otros. Es el resultado de un pensamiento, una creencia que no quieres o que ni siquiera es tuyo.

Cuando esto ocurre estamos dejando el control de nuestra mente, de nuestras vidas a otros o a las circunstancias. Sin embargo, no eres consciente de cómo toda la información de tu alrededor y tus propias palabras sobre lo que estás viviendo, están influyendo en tu lenguaje de la mente, piensas que la realidad que has creado en tu mente es la única que vale.

Das por sentado que las cosas son o deben ser de una determinada manera, la tuya, que, sin duda, está condicionada en parte por lo que otros antes que tú creyeron. Y así sucesivamente, y sin cuestionar, vamos recibiendo paradigmas, creencias y diminutas partes de la realidad de unos a otros. Y está bien, el ser humano necesita referentes sobre los que construir su propia identidad, pero cuando esos referentes despiertan a tus villanos, a tus autoafirmaciones negativas, empieza una batalla en la que si no lideras tu mente, puedes perder el rumbo de tu vida, de tu liderazgo personal, de tu estado anímico. Un ejemplo claro es la repetición de patrones de madres o educadores. Repites con otras relaciones, donde adoptas el papel de tu madre, de tu padre u otro y no sabes ni porqué o lo das por válido. Incluso puede que atraigas personas con ese rol.

Abrimos diferencias y brechas en el pensamiento, alimentadas por lo que la mente cree y lo que otros dicen, o lo que te dices a ti mismo animado por el propio clamor de tu voz interior repitiendo algo que vivió y se quedó en el subconsciente para recordarte que no eres suficientemente bueno, o que estás por encima del bien y del mal cuando en el fondo lo que sientes es vacío o una falacia sobre tu desempeño que te hace creer que no necesitas saber nada más para resolver ese resonar de tu mente que te impide estar en paz y equilibrio.

Esos referentes, dependiendo de quienes sean (madre, esposo, hijos, amigos, etc.), se convierten en cadenas de tus emociones y paralizan cualquier intento de cambio. En lugar de buscar un nuevo rumbo te empeñas en que el otro cambie, te entienda, te diga lo que quieres escuchar, cuando posiblemente ni él o ella misma lo haga. Dejas el control de tus emociones en manos de un tercero, dejas de tener el manejo de tu pensamiento. Todo lo que te acontece lo enfocas hacia fuera, el mundo es el responsable de lo que te sucede y tú la víctima. O tal vez, hayas sabido manejar bien tus circunstancias y pienses que el mundo te ha dado todo.

Pienses lo que pienses estás en lo cierto. Todo lo que te sucede está dirigido por la actitud que tienes ante las situaciones que vives. ¿Acaso unos son más afortunados que otros en situaciones similares? NO, simplemente, de manera consciente o inconsciente, saben enfocarse y manejar su pensamiento.